“Todo tiene que cambiar para que todo siga igual” fue la frase que me vino a la memoria en el año 2015 cuando, a pesar de las numerosas promesas políticas que nos había hecho Coalición Canaria de que no iba a ocurrir más, comprobamos que como había sucedido en años anteriores, las aguas fecales volvían a campar a sus anchas por los garajes de vecinos de la portuense Urbanización Casa Azul.
En el anterior mandato (2011-2015), se nos estuvo toreando echándole la culpa al constructor, después a Aqualia, incluso a los propios vecinos, hasta que finalmente se obtuvo el dictamen por escrito de que el único culpable era el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, y por tanto, quien debía arreglar el desaguisado y correr con dichos gastos.
Con el nuevo gobierno (2015-2019) se nos llegó a asegurar que el tema ya estaba arreglado; bueno se nos aseguró en 2015, en 2016, en 2017 y en 2018, cada vez que se comprobaba que era mentira, fortaleciendo la lamentable creencia popular de que a muchos políticos la permanencia en las instituciones los convierte en ineficaces, inútiles y por ende, mentirosos.
El problema, según nos indicó la Oficina Técnica Municipal, se soluciona con una obra que arregle la falta de previsión de la que el ayuntamiento hizo gala en su momento al recibir una obra con claros defectos estructurales como posteriormente se vieron obligados a admitir, como siempre, tarde.
Lo cierto es que cada vez que llueve, las aguas fecales de las viviendas de la zona entran en nuestras casas por los sumideros de nuestros garajes, inundándonos de aguas negras que no podemos achicar hasta que para de llover un tiempo. Cuando estas desaparecen, los detritus quedan en el suelo esperando ser desalojados por nosotros gastando ingentes cantidades de agua y zotal cáustico para desinfectar. Y así un año tras otro, varias veces al año.
Y así seguirá, porque la sencilla obra que recanalizaría las aguas fecales requiere una inversión económica, y los dineros que se podían emplear para solucionar el problema se gastan en obras pseudoinútiles en el casco que, si bien no son imprescindibles ni necesarias en muchos casos, sí que son susceptibles de captar votos.
¿A quién le importa que cada vez que llueva a unos vecinos del Puerto de la Cruz que con los ahorros de toda una vida han comprado su vivienda familiar se les inunden sus casas con aguas fecales?
Lo dicho, todo tiene que cambiar para que todo siga igual.