En estas fechas en las que estamos sumergidos en las celebraciones de nuestras fiestas en honor a la Virgen del Carmen y el Gran Poder de Dios creemos que se hace necesario mirar al pasado para indagar acerca del origen de estas celebraciones donde no siempre han tenido la fisonomía actual.
El objetivo de este breve artículo es traerles algunos apuntes históricos contrastados con la intención de conocer la evolución que nuestras fiestas patronales han tenido a lo largo de los siglos y de esta forma tener desde el momento presente una mayor perspectiva de las mismas.
Para ello nos hemos basado en las investigaciones realizadas por el historiador Nicolás Barroso Hernández quien ha indagado en las fuentes necesarias para aportar luz en esta mirada al pasado.
Debemos recordar primeramente que la celebración de las Fiestas de la Virgen del Carmen en Puerto de la Cruz han tenido desde siempre una fuerte conexión con su papel como enclave portuario y la actividad marinera de sus gentes. Hay que señalar que nuestra ciudad fue durante algo más de dos siglos un importante centro portuario de Canarias y, en algunos momentos, el más importante. En consecuencia los portuenses se dedicaban esencialmente a actividades relacionadas con el tráfico marítimo y comercial; de ello se desprende que la vida espiritual de nuestros habitantes ha tenido desde siempre fuertes vínculos con advocaciones marineras.
Ya desde 1625 se estableció una Vicaría de la Congregación Dominica en el municipio trayendo las advocaciones de San Pedro González Telmo y la Virgen del Buen Viaje, fuertemente vinculadas a la gente del mar. El Gremio de Mareantes rápidamente hace suyas estas advocaciones, aunque no hemos tenido noticia alguna de que se celebrarán fiestas en su honor.
Conviene mencionar que la celebración de la advocación de la Virgen del Carmen se extendió por toda la Iglesia latina el año de 1726, durante el pontificado del Papa Benedicto XIII, estableciéndose oficialmente el día 16 de julio como el día de su festividad.
Otro hecho relevante a destacar es que en 1750 la Cofradía Realejera adquiere una magnífica talla de la Virgen del Carmen cuyo autor fue Antón María de Maragliano. Y es en torno a esas fechas cuando comienza la tradición de que marinos portuenses fueran lo cargadores de la espléndida imagen, en la procesión que tiene lugar la octava del día oficial. Una tradición que ha pervivido hasta el día de hoy.
Posteriormente, en 1778 se produjo un importante incendio en el Convento Dominico, perdiéndose las imágenes de la Virgen del Buen Viaje y San Pedro González Telmo. Tras estos sucesos el Convento se reconstruye, y don Jerónimo Luís Román, encarga y dona dos nuevas imágenes, obras del escultor de La Orotava Fernando Estévez del Sacramento, discípulo de Lujan Pérez. Por lo tanto, las tallas actuales de la Virgen del Buen Viaje y, especialmente San Telmo, son obra del escultor orotavense.
En 1921, al párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña, Antolín Fernández, concluyó que no resultaba adecuado que los marinos portuenses tuvieran que celebrar la fiesta de su patrona en la Villa vecina, por lo que impulsó el inicio de la tradición de sacar en procesión a la Virgen del Carmen (Buen Viaje) y a San Pedro González Telmo en el Puerto de la Cruz, y a embarcarlos, dándole un paseo por la costa del municipio. Por lo tanto, el origen de las fiestas de la embarcación de ambas imágenes hemos de situarlo en el siglo XX. Una celebración que quedó unida a las fiestas del Gran Poder de Dios, que venían realizándose desde el siglo XVIII.
Comoquiera que la Virgen que procesionaba en el Puerto de la Cruz era la imagen del Buen Viaje, de Fernando Estévez del Sacramento, y no existiendo en el municipio una talla de la Virgen del Carmen, el escultor Ángel Acosta Martín nacido en el Puerto de la Cruz y residente en Tortosa, donó la actual talla que fue entronizada el día 19 de mayo de 1954 y pasó a estar ubicada en el retablo de la familia Valois (realizado por el escultor Guillermo Vernaud).
La Virgen del Carmen, tiene cada año su día grande en el por todos conocido como el martes de la embarcación y es en esta jornada donde podemos comprobar cómo el paso de los años ha hecho de esta tradición algo realmente intrínseco e inseparable de la idiosincrasia del portuense. Las fotografías históricas así lo atestiguan al igual que las propias imágenes que todos tenemos en la memoria y la retina.
Pero la devoción de los marineros portuenses nos muestra que es lo suficientemente grande como para desdoblarse. Y es que la historia reciente nos evidencia como, contra de los deseos del párroco Antolín Fernández, los hombres y mujeres del mar portuenses continúan subiendo la octava, a Los Realejos, para cargar, saludar y cantarle a su Virgen del Carmen, manteniendo su fidelidad a la tradición centenaria, tan querida y sentida por la gente de mar del Puerto de la Cruz. Y es que no se trata de una imagen u otra, sino del sentimiento por una Virgen a la que se siente como protectora y como parte fundamental de nuestra cultura marinera. Este martes, como cada año, la Virgen del Carmen, olerá al mar que tanto nos ha dado, que tantas puertas nos ha abierto. Este día de la embarcación será como siempre muy especial.