La relación de portuenses ilustres desde la visión de José Agustín Álvarez Rixo sigue con la descripción de la trayectoria de Agustín de Béthencourt, incluyendo apuntes respecto a su educación y etapa en Rusia.
Por otra parte, enuncia algunos detalles sobre Juan Perdomo, hijo de naturales del núcleo portuense y cuya vida y obra se vincula a Venezuela.
Señala, además, características de la biografía de José Dávila, cuyos padres, naturales de la isla de El Hierro, llegaron pocos días antes de su nacimiento al Puerto de la Cruz. Su formación transcurrió en La Orotava, siendo beneficiado en el Realejo Alto, desde “donde ideó y dirigió aquella elevada torre de la parroquia de Santiago”.
En torno a Manuel de la Cruz establece algunas consideraciones respecto a su formación y su primer maestro, José Tomás, a quien llegaría a superar. Álvarez Rixo no llega a comprender las causas de tal hecho, aunque apunta, como hipótesis, la posibilidad de que durante ese mismo tiempo estuviera en el lugar Juan de Miranda, pudiendo recibir influencias del mismo. Relataría algunas obras del mismo como la pintura del retablo mayor de la iglesia de Tejina, su participación en la restauración del retablo del Gran Poder de Dios, el púlpito y la figura del Salvador y, asimismo, algunos elementos atribuidos a su persona en la ermita de la Magdalena, ubicada en la isla de Lanzarote.
Refleja detalles respecto a la figura de Luis de la Cruz y Ríos, describiendo que “adquirió grande reputación en su patria y fuera de ella por la propiedad y facilidad extraordinaria que tenía para retratar”. Además, Álvarez Rixo señalaría que su labor sería reconocida y apreciada con gran estima, pues “casi todos los extranjeros de posibilidad que venían a Tenerife se hacían retratar de su mano”.
Aparecen datos relativos a Bernardo Cólogan Fallon, con una excelente formación en países como Francia e Inglaterra, siendo autor de numerosos escritos y, a la vez, comprometido con la sociedad de la época y promotor de acciones en pro de la educación y la seguridad. Como político ocupó diversos cargos y, por su posición en el ámbito económico, tendría contacto con destacados personajes de la época, tales como Alexander von Humboldt y Bory de Saint Vincent.
También ocupa un espacio el fraile Domingo Hernández, recordando la oración citada por el mismo con motivo de haber finalizado la Gesta del 25 de julio de 1797, así como otros artículos del mismo autor publicados en el Correo de Tenerife. Primo de Domingo Hernández sería Enrique Hernández Rosado, del cual anotaría detalles relacionados con su educación en el colegio conciliar de Gran Canaria y su obtención en ese mismo lugar de una cátedra de Gramática Latina. Sería, asimismo, reconocido y valorado por “su sabiduría y por lo inocente de sus costumbres”.
Álvarez Rixo también deja presente algunos detalles biográficos sobre Antonio Álvarez Rempuja, destacado carpintero del barrio de la Ranilla, muy estimado y valorado por Agustín de Béthencourt y Castro, permaneciendo junto a su persona en algunos proyectos hasta regresar al Puerto de la Cruz. A pesar de sus méritos no sería valorado. Álvarez Rixo recogería las siguientes palabras: “Nemus profeta est in terra sua”. El destacado carpintero se trasladó con posterioridad a La Habana, donde vivió con gran reconocimiento.
Establece algunos apuntes respecto a Vicente Pérez Goraz, persona con formación en diversos ámbitos, trabajando como capellán en el Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife.
Respecto a Isidro Barradas y Valdés, carpintero que marchó a América, destaca su participación en diversas batallas y la obtención de méritos militares.
También señala algunos apuntes en torno a las aventuras cómicas de Juan B. Pouldon. Álvarez Rixo describiría el viaje del mismo a París, titulándose como marqués de Rubosín, manteniendo una azarosa vida que casi arruina a su padre.
La relación de portuenses ilustres finaliza con algunos rasgos biográficos en torno al polígrafo realejero José de Viera y Clavijo, que se trasladaría junto a su familia al núcleo portuense, afirmando Álvarez Rixo que en tal localidad “empezaron las Musas a inspirar al joven Viera”.