Mandarinas en el desayuno. Después, dos intervenciones sucesivas a media mañana en distintas radios: colgar en una y seguir con la otra. Análisis de situación, consideraciones sobre consecuencias de la pandemia, suposiciones sobre cómo será el escenario del futuro, previsibles modificaciones en el comportamiento de los humanos y diseño del proceso de recuperación, temas en una de ellas; y alternativas a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo y la protección del mismo en la segunda. Subrayamos que las empresas son autónomas y libres de fijar su política de personal y recursos humanos pero los trabajadores no pueden quedarse huérfanos del todo para que no merme la dignidad y la calidad de los productos que han de elaborar. De algunas experiencias de países de la Unión Europea, que ya están en situación similar, habrá que aprender. En el trance que nos encontramos, la representación sindical de los empleados tiene más importancia que nunca. De su papel activo y de su unidad, dependen muchas cosas.
La inmediatez de la radio hizo que conociéramos, instantes antes de la segunda intervención, la dimisión del concejal de Santa Cruz de Tenerife, Antonio Lazcano (Ciudadanos), perteneciente al grupo de gobierno que se queda en minoría. El fantasma de la censura planea de nuevo en una corporación canaria, aunque de aquí al castillo, con todas las cosas de las que hay que ocuparse, hay muchos gatos amarillos para determinar la suerte final.
Llamada a Antonio Salgado Pérez, profesor mercantil, una de las mejores plumas, junto a las de Fernando Vadillo, Manolo Alcántara, Vicente Carreño y Julio César Iglesias, para escribir de boxeo en este país. Le damos noticia de la presentación en Madrid de un libro sobre la vida y trayectoria de José Legrá, el puma de Baracoa, que fue dos veces campeón de Europa de los ligeros. Ansalpe, que esa fue su firma de toda la vida, en distintos medios, recuerda una anécdota memorable. Tras la conquista de uno de sus cetros, Legrá fue recibido por Francisco Franco. Salgado le preguntó, en una entrevista para La Tarde, qué sintió en ese momento. La respuesta del púgil fue: “Qué honor. Jamás lo olvidaré”. Al día siguiente, el periódico tituló: “Qué horror. Jamás lo olvidaré”. Imaginen el revuelo. Hasta don Víctor Zurita, director del vespertino, se interesó y pidió el original, en el que comprobó que estaba bien escrito. La culpa, del linotipista. De los duendes, se decía entonces. Hasta que llegó alguien y negó la existencia de los duendes.
Se suceden las declaraciones y los mensajes que hacen fruncir el ceño. Muchos usuarios de redes sociales se van retirando progresivamente porque el ambiente se va haciendo insostenible. La gente se cansa de tanto encono y de tanta crispación. Para colmo, rebrota el fantasma de la censura. Pero alguien del partido innombrable sí dice y se publica: “China trajo la peste y el caldo de cultivo del comunismo”. Señor… A propósito del desenfreno y de los desafueros en redes sociales: llama la atención que pese a ser el día que cobran los autónomos, no se lea nada de lo gratificante que ello debe resultar. ¿Por qué será que tanto cuesta valorar lo positivo?
Han podado, según una foto recibida, la jardinera lateral del paseo Quintana, que adorna el acceso al Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC). Luce un mejor aspecto, desde luego.
En búsqueda de lecturas más provechosas e ilustrativas, nos encontramos con una afirmación del diplomático palmero, Marcial Morera Martín: “Canarias, es el momento de reinventarnos”. Y el siquiatra infantil José Luis Pedreira asegura que “el retorno al colegio no puede ser en las condiciones habituales. Los menores, cuanto antes, deben llevar mascarilla”. Más significativo aún es un editorial traducido de The Washington Post: “O muere el capitalismo salvaje o muere la civilización humana”.
Hoy, el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, ha reunido, vía telemática, a sus antecesores. Ha querido escuchar la voz de la experiencia, de la sabiduría, de los políticos que muchos tienen que aportar en esta hora tan incierta. Seguro que que el encuentro fue provechoso. Y es otra buena imagen de unidad y cohesión.
El aplauso de las siete sonó más flojo. Pero Amaro y Carrillo, uno en el dos y el otro en el tres, hablaban de balcón a balcón, solo separados por la calle Nieves Ravelo.