Día 39 de la Alarma

Hasta el balcón llega el ruido del oleaje. Debe estar el mar algo alterado. Para mañana, por cierto, se anuncian lluvias.

Pleno en el Congreso de los Diputados que seguimos en televisión durante, prácticamente, toda la mañana. El presidente Sánchez solicita una nueva prórroga del estado de alarma, en vísperas de una nueva cumbre europea de la que también debe informar a la Cámara, dada la repercusión económica de acuerdos previsibles.

El debate discurre por los cauces previsibles. Intervienen los dos diputados canarios, Ana Oramas y Pedro Quevedo. La primera traza un panorama apocalíptico (“…dos millones de canarios se ahogarán en el Atlántico…” y solicita ayuda. Quevedo también la pide: un plan de choque “ante el enorme riesgo de una fractura social”.

Quien brilla en el debate es la portavoz socialista, Adriana Lastra. Parlamentarismo puro. Respetuosa, mesurada, firme, persuasiva… Ha estado bien, en línea de superación.

En medio del debate una noticia triste: el fallecimiento de Marcos Mundstock, componente del quinteto argentino Les Luthiers, al que vimos actuar en varias ocasiones, la última de ellas en noviembre de 2018, en el auditorio ‘Alfredo Kraus’, de Las Palmas de Gran Canaria. Dotado de una voz inigualable, Mundstock lo era todo en el grupo que ganó el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017. Ya para entonces no estaba Daniel Rabinovich, otro de los integrantes de la formación. La amiga Delia Ossio Varela habrá llorado en Buenos Aires esta sensible pérdida. “El hombre que compuso malabarismos con el idioma español”, escribe Alex Grijelmo en El País. Hizo reír, seguro, a todos los que le siguieron.

De aquella actuación en Las Palmas, titulada Las obras de ayer (El refrito), dejamos constancia en este blog. Rescatamos estos párrafos:

“Les Luthiers hacen algo más que entretener. Desde el primer minuto hasta el bis de clausura. No hay oropeles en el montaje. Cada quien en su esmóquin, cada quien en su papel, curtido y renovado en cientos de presentaciones. Voces de veteranos, gestos sublimes de actores. El humor es cosa seria como también se puede acreditar con el empleo de esos peculiares instrumentos que son consustanciales a las actuaciones del grupo al que los años no pesan, por cierto.

Es humor cantado, teatralizado. Un humor caústico y desenfadado a la vez. Ironía, sarcasmos, gestos, letras intencionadas, el doble sentido, retruécanos… Hasta el ritmo del espectáculo hace que los salmos sectarios de Warren Sánchez conecten con los diez minutos de recuerdos finales -una licencia a la nostalgia- en una fluidez imperceptible. Como en las grandes obras de los grandes escenarios. Una delicia audiovisual. No es de extrañar que en su paso por Las Palmas de Gran Canaria hayan llenado todas las noches. Cada entrega de Les Luthiers les convierte en inmortales. La complicidad, fruto de la comicidad, brota desde su aparición en escena y se refuerza con la breve introducción que Marcos Mundstock -¡qué voz!- hace de cada una de las partes del espectáculo. Si alguien anda en horas bajas o al borde de la depresión, que tome una dosis -una sola bastaría- de la ironía ‘luthieresca’.

Destilan genialidad y con eso queda todo dicho. Especialmente, cuando es una constante. Sobre todo, cuando contrastan que el humor es cosa seria. Hasta hacerlo conspicuo”.

Gracias, Mundstock. Nos hiciste felices.

Ya al declinar la tarde, el barítono invisible obsequia el pasodoble “Islas Canarias”. Coincidimos con dos vecinos que sacan sus perritos a pasear en el camino al supermercado. Uno aclara la localización del equipo de megafonía que emite a todo volumen “Resistiré” después del aplauso de las siete: está en un edificio de la calle Pérez Zamora. El aplauso, por cierto, viene esta vez acompañado del paso de una guagua urbana cuyo conductor hace sonar su potente claxon.

Otro día sin fallecidos en Canarias. A ver si remite la pandemia.

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