Minutos después de las 9 de la mañana, un padre acompaña a su hija que va en bicicleta por el paseo interior de la plaza del Charco. Es una de los seis millones de niños que vuelven a las calles en España al cabo de cuarenta y dos días. Todos queremos escuchar sus voces, sentir su alegría, confirmar sus rostros encendidos y sonrientes… Pero no sabemos cómo resultará la prueba, cómo se comportará el personal, si se respetará lo que se ha dicho. Es el primer paso hacia la recuperación de la normalidad.
Efectivos de la policía local transitan por las calles que mayormente siguen vacías. Se quedan cerca del parque infantil, donde no parece que haya niños dispuestos a acceder, tal es así que la cinta aislante colocada desde que fue declarada la alarma sigue cumpliendo su función. Se ve también a personas con sus perros o con mascotas. La mañana discurre con menos animación de la que se preveía. Al mediodía, un grupo de portuenses cuenta en una conexión multilateral en la red sus impresiones y sus visiones en los alrededores de sus domicilios, en distintos sectores.
Las imágenes de niños caminando, patinando o en bicicleta son las que predominan en la primera edición del Telediario, mientras las cifras de fallecidos siguen a la baja y las de altas conceden margen a la luz del túnel. La inocencia infantil se palpa en varios testimonios. Pero de inmediato nos envuelve una sensación de desbordamiento. Habrá que esperar unas horas para medir las reacciones. Después de la siesta.
Y, en efecto, algunas, en elevado número, no son buenas, según se palpa en redes sociales. Hablan de irresponsabilidad de los padres. Hablan de incumplimientos formales prolongados. Las imágenes y las fotos que circulan son el soporte para contrastar la preocupación y hasta la indignación por no respetar, por no haber respetado, van creciendo. La ponderación del confinamiento hecha, en términos generales, por dirigentes y responsables públicos, era una señal esperanzadora, pero debían ser tantas las ganas de salir y respirar que la experiencia parece haber acumulado más sombras que luces.
Alguien ha colocado una mascarilla en el rostro del monumento a la pescadora en los alrededores del muelle. Que no se pierda el ingenio. La foto circula. Como también la recomendación que formula el polifacético Isidoro Sánchez García sobre la serie de televisión Merlí Sapere Aude, que muestra la enorme importancia de la filosofía para formar mentes críticas. Oportuna recomendación cuando abundan las agresivas campañas de ideas, mensajes y relatos tendenciosamente manipulados.
En un titular se lee que han sido concedidas el 90 % de las ayudas solicitadas por cese de actividad para autónomos de la cultura y el deporte. Pedro Sánchez, tras reunirse con sus homólogos de las comunidades autónomas, sostiene que el Gobierno es el que coordinará los planes de desescalada. Así que la propuesta canaria tendrá que esperar, al menos hasta el próximo martes, cuando se reúna el Consejo de Ministros. La Comunidad Autónoma cierra el domingo sin más fallecidos, aunque suma once casos positivos, diez de ellos en Tenerife.
Desde el grupo parlamentario Sí Podemos se lanza un mensaje llamativo: “Moratoria total. Ni un solo hotel más”. El diputado tinerfeño Francisco Déniz dice que hay que repensar el modelo para no depender tanto de un negocio que se verá sensiblemente afectado tras la pandemia. Mañana, última del mes, comienza una semana decisiva. Veremos.