¡Uf! Esto ya no es lo mismo. Las voces redivivas, los ruidos son otros. Ya no es la sinfonía de las aves y los pájaros en las copas de los laureles y las palmeras la que despierta cuando se alejan las sombras de la noche. El primer día del ordenado y gradual desconfinamiento, el primer día de la reanudación de alguna actividad laboral, comporta cambios en la rutina pandémica. Desde muy temprano, resurgen algunos sonidos que andaban perdidos en la monotonía de la crisis. Voces, casi gritos, de operarios; martillos eléctricos y manuales; golpes; giros de amasadoras; furgones y vehículos que acceden y se van; el trajín de personas que van con bolsas a algún lado y se saludan a distancia… Algunas pautas sociales recobran vida. Tendencia a la pseudonormalidad, parece.
Con lo bien que se lo pasaba Teresa, hermana de Antonio Salgado Pérez, paseando por las ramblas santacruceras, apreciando el frescor y hasta el aroma de la vegetación, presumiendo y disfrutando de los laureles y otras especies en ese paseo tan característico de la capital.
Pero, bueno, son señales de cierto optimismo y de cierta energía apreciables en un lunes desapacible. Un vecino ayuda a retirar al roedor que apareció muerto en la azotea próxima. Después, un par de aguaceros. Mayo y sus vaivenes. Y sus cambios de temperatura, como se contrastará por la tarde, mientras arreciaba la controversia sobre la prórroga del estado de alarma que el Gobierno solicitará el miércoles en las Cortes.
Un hecho pendiente de consignación: el Club Deportivo Hidra Puerto de la Cruz de tenis de mesa ya ha sido reconocido como equipo de Primera División. La Federación Española tomó la decisión después de que la competición fuera detenida como consecuencia de la pandemia. El equipo portuense andaba en posiciones de ascenso, de ahí que estrene categoría. Siempre tuvo el tenis de mesa portuense destacados practicantes y algunos logros individuales. Los actuales integrantes del Hidra son herederos de aquellos que brillaron en una disciplina que también llamábamos ping-pong.
Es curioso: pese a ser disciplinas deportivas minoritarias, waterpolo, beisbol y tenis de mesa han tenido representantes portuenses en las máximas categorías nacionales.
El historiador realejero Javier Lima Estévez publica un interesante trabajo sobre una epidemia de fiebre amarilla en el Puerto de la Cruz en los primeros años del siglo XIX. Una epidemia que se cebó con los más humildes. Tras una investigación del padrón, padecieron la enfermedad dos mil seiscientas cuarenta y dos personas.
En la actualidad, las cifras de los efectos de la COVID-19 siguen más o menos estables. Tacoronte, que es el municipio norteño con mayor número de fallecidos, ocho, había registrado el pasado domingo veinticuatro altas. En el Puerto, según la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, una; en total diecisiete, frente a los cincuenta y tres contagios y cuatro fallecimientos.
Ni las pruebas anticipadas ni la utilización de dos dispositivos facilitaron la intervención prevista en una tertulia digital mediante videoconferencia que realizan, con éxito, desde Güímar y se titula “El Empaquetado”. Pedimos disculpas a sus promotores pero el ancho de banda de nuestra wifi no da para más.
La amiga Natalia González nos recuerda en un lacónico mensaje que nuestro cumpleaños coincide con el Día Mundial de las Abejas. Un breve recorrido por la red social facebook permite contrastar que se ha convertido en un campo difícilmente transitable dada la radicalidad, el fundamentalismo y las descalificaciones de las que hacen gala muchos usuarios y usuarias. Con razón se han ido retirando muchas personas, hartas, sin duda, de insultos, descalificaciones y ataques personales. Por no hablar de falacias y montajes.
Una buena noticia antes de acabar la jornada: la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, apoya al Gobierno de Canarias para prorrogar los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) sobrevenidos por fuerza mayor, de modo que sea posible proteger a personas trabajadoras y empresas durante el proceso de recuperación económica.
Una estrofa de Mario Benedetti pone un punto seguido a la esperanza:
“Cuando la tormenta pase
y se amansen los caminos,
y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo,
con el corazón lloroso y el destino bendecido,
nos sentiremos dichosos
tan solo por estar vivos”.
Por si alguien anda despistado: esto no se ha acabado.