A raíz del expediente de conservación del inmueble iniciado en 1981 por Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, el templo de San Francisco se declaró Monumento Histórico-artístico cinco años más tarde, procediéndose luego a su restauración por parte de la Consejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.
La planta de la iglesia “parece” de una nave y media, al incorporar el espacio de la primitiva ermita construida a finales del siglo XVI. Interiormente se articula en una serie de capillas exentas –concretamente el espacio más antiguo-, presidida cada una por su correspondiente retablo. Se cubren con artesonados de madera de planta ochavada, mientras que la nave principal lo hace mediante uno de par y nudillo. El exterior determina una cubierta de teja árabe a cuatro aguas, tanto para las capillas como para la nave mayor. El acceso a la nave principal es a través de arcos de medio punto de cantería de toba volcánica.
La iglesia posee una interesante colección de obras artísticas entre retablos, imágenes y pinturas, destacando dos de los retablos situados en lo que antaño fuera la primitiva ermita de San Juan Bautista, el de las Ánimas del Purgatorio y el del Cristo de la Humildad y Paciencia.
Sugerimos comenzar la visita entrando por la primitiva ermita de San Juan Bautista. A la derecha encontramos el baptisterio, protegido por una reja de balaustres de tea. Hoy no existe pila de bautismo, aunque antaño se supone que la tuvo, de modo que este espacio actualmente lo ocupa un sencillo retablo, presidido por la imagen barroco aragonesa de San Nicolás de Bari. El ático se decora con un lienzo del Crucificado. En la mesa del altar se disponen diferentes imágenes de tamaño mediano, tales como San Pancracio, San Antonio de Padua, Santa Lucía, Santa Rita de Casia y San Padre Pío de Pietrelcina.
El siguiente retablo lo preside la imagen de vestir de San Cayetano, de escuela canaria del siglo XVIII. La imagen durante muchos años estuvo en la ermita de San Antonio (Puerto de la Cruz), recuperada para la iglesia franciscana –a la que pertenecía- siendo párroco D. José González Méndez.
Le sigue la Capilla de Ánimas o del Carmen -la tercera colateral de la nave de la Epístola-, lugar de enterramiento de sus fundadores, la familia Nieves Ravelo. La lápida sepulcral actualmente está tapada por el pavimento que se le colocó al templo tras su restauración; allí se puede leer la fecha de 1709. Está presidida por un retablo que según el profesor Alfonso Trujillo Rodríguez1 sigue las mismas fórmulas utilizadas por el maestro Antonio Álvarez, activo en Tenerife desde 1669, y uno de los retablistas más afamados de este momento. El retablo se articula en dos cuerpos y tres calles. El primer cuerpo se divide en tres hornacinas ocupadas por tres imágenes: la Inmaculada Concepción en el centro –fechada en el siglo XVIII-, San Roque –santo protector de los apestados- y Santa Gema Galgani, ambos de factura moderna. El segundo cuerpo lo ocupan tres pinturas. En el centro un Cuadro de Ánimas, últimamente atribuido al pintor nacido en La Orotava en 1616, Gaspar Afonso de Quevedo2 mientras que los santos franciscanos de la calles laterales –San Pedro de Alcántara y San Francisco- se suponen salidos de los pinceles del pintor natural de La Orotava Cristóbal Hernández de Quintana, y ejecutados entre 1684 y 16873, asistido por Jacob Machado Fiesco, a quien hasta hace poco tiempo estaban atribuidas. Están consideradas como dos de las obras más antiguas conservadas de Quintana, evidenciándose ya las líneas definitorias de su personal estilo.
La que fuera cabecera de la primitiva ermita, hoy está presidida por un retablo-hornacina y ático que se decora con una pintura que representa a San Juan Bautista y a San Nicolás de Bari. El retablo es uno de los mejores de la iglesia, de caoba y totalmente tallado con motivos de cartelas, espejos y diversas formas vegetales. En el único nicho está la imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia. De escuela canaria de mediados del siglo XVII, la primera fecha que poseemos de ella, la sitúan con anterioridad al año 1652, y nos la facilita el testamento de D. Juan de Vergara, personaje que a su costa le fabricó su capilla en la iglesia del convento dominico de San Pedro González Telmo. Su factura es similar a la del Cristo del Perdón de la iglesia del ex-convento agustino de la villa de La Orotava, por lo que su autor pudo haber sido el mismo artífice4 bastante alejado de los modos arcaizantes de trabajo de la escuela de Garachico, por lo que ambas se han adscrito a la gubia del llamado “Maestro del Cristo de la Humildad y Paciencia”. Este Cristo procesiona los martes y viernes santo de cada año, acompañado por su Hermandad de la Misericordia.
La iglesia franciscana –propiamente dicha- está presidida por un retablo de estípites, muy intervenido de finales del siglo XVIII. Las mejores imágenes se localizan en cada uno de los nichos de sus tres calles. En el central el Cristo de la Misericordia, flanqueado por La Virgen de los Dolores y San Juan Evangelista, constituyendo una típica déesis. El crucificado es obra del escultor lagunero Domingo Pérez Dónis (La Laguna 1604 -1645), y la talló poco antes de su muerte tras el encargo efectuado por la comunidad franciscana, lo que quedó refrendado en su testamento fechado en La Laguna el 9 de junio de 16455. Es la única obra que se le conoce a este artista en toda Canarias. Al tener los brazos articulados ejerce las funciones de Cristo difunto, procesionando cada viernes santo en su urna de plata. No obstante, como sucede con la mayoría de los cristos tinerfeños, su festividad se celebraba el 14 de septiembre de cada año. La Dolorosa es obra del murciano Francisco Liza y se estrenó en la Semana Santa de 1996, procesionando también el Viernes Santo, mientras que el San Juan Evangelista lo talló el escultor murciano Antonio García Mengual en 1998. En la hornacina de la derecha se sitúa una imagen de San Francisco, anónimo canario del siglo XVII, que sigue los modelos homónimos de la escuela hispalense, concretamente de Martínez Montañés, mientras que a la izquierda es San Juan Bautista el que preside su nicho. Atribuido al escultor de la escuela sevillana Andrés de Ocampo, podría datar de finales del siglo XVI o principios del XVII, dado que se trata de la imagen que presidía la antigua ermita. De factura manierista, se trata de una de las tallas más antiguas del templo.
El siguiente retablo lo preside la imagen del Corazón de María, obra de Ricardo Villalba, ejecutada en el año 2008, flanqueada por los arcángeles Rafael y Miguel , uno de los muchos relieves que sin base histórica, ni rigor artístico colocó Antonio Mesquida Obrador cuando intervino sin orden ni criterio todos los retablos del templo, añadiéndoles una serie de relieves de su mano que nunca tuvieron, como también se observa en el Retablo Mayor, Retablo de la Humildad y Paciencia, etc. etc. Del mismo Mesquida es también el relieve de la Anunciación que lo remata.
1El acceso a la iglesia, en principio, se realizaba por el costado izquierdo de la nave principal pero, al construirse el convento esta entrada quedó incorporada dentro del claustro, accediéndose pues a la ermita a través de dos puertas abiertas hacia la calle de San Juan. Este arco de piedra labrada es el que sirve de cobijo a la imagen del Señor del Huerto, ejecutada poco después de 1996. Es obra de Jesús Hernández, premio nacional de escultura religiosa en 2002. Cercano a él, y en las paredes cuelgan tres lienzos. El más importante es el que figura a San José con el Niño dormido6. El lienzo era propiedad del anterior párroco –D. José González Méndez-, que lo regaló a la iglesia. Firmado por José Mariano Hernández -Joseph Mariano Hdez. fº- Se trata de una pintura de escuela mexicana, de finales del siglo XVIII y principios del XIX. La pintura fue adquirida en Puebla de los Ángeles (México) y procede del antiguo convento dominico de Rositas, fundado por el obispo palmero Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu. Formó parte de una exposición de Arte Hispanoamericano en Canarias celebrada en La Laguna y Puerto de la Cruz, entre 1991-92. Los dos lienzos que cuelgan a su lado representan a San Juan Evangelista y a una Virgen dolorosa, ambos de escuela tinerfeña del siglo XVIII.
A su lado un alto relieve en escayola policromada figura a las Ánimas del Purgatorio, y en lo alto un pequeño cuadro con la Virgen del Carmen, patrona no sólo del Puerto de la Cruz sino del Valle de La Orotava.
Finalizamos el recorrido frente al retablo de Santo Domingo presidido por la imagen homónima, escultura de autor anónimo de escuela canaria del siglo XVIII. La parte superior la preside un cuadro que figura a Nuestra Señora del Rosario, fechado también en el Setecientos. En este mismo retablo, y en una pequeña urna de cristal se expone una bellísima imagen del Niño Jesús, de procedencia americana. En la pared, a la izquierda del retablo un lienzo que reproduce la vera imagen del Gran Poder de Dios, pintura anónima tinerfeña del siglo XVIII, similar a otras varias localizadas tanto en Tenerife como en la isla de La Gomera, caso de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en San Sebastián y en la capilla de la Cruz de Cuaco en el Puerto de la Cruz. La escultura que recibe culto en la iglesia matriz de Nuestra Señora de la Peña de Francia, llegó procedente de Sevilla a finales del siglo XVII, de donde la trajo el capitán Pedro Martínez Francisco, gozando de mucha devoción no sólo en el Puerto de la Cruz, sino en toda la isla, incluso en otras localidades del Archipiélago.
De las paredes de la iglesia cuelgan, además, otros cuadros tales como el de Nuestra Señora de Guadalupe, traído por Monseñor Flores Göber por los años 50 del pasado siglo. El padre Flores era natural de México, y durante varios años regentó la iglesia de San Francisco, por lo que regaló para su adorno el cuadro con la patrona de su país.
Clementina Calero Ruiz
1 TRUJILLO RODRÍGUEZ, Alfonso (1977): El retablo Barroco en Canarias (2 vols.), Las Palmas de Gran Canaria, Tomo, pp. ¿?
2 RODRÍGUEZ MORALES, Carlos (2003): Quintana, Gobierno de Canarias, pp. 134-135.
3 Idem, pp. 94-98.
4 CALERO RUIZ, Clementina y SOLA ANTEQUERA, Domingo (2007): “El Cristo del Perdón. Origen e iconografía”, en Tebeto. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, nº XVIII, Puerto del Rosario, pp. 163-175.
5 CALERO RUIZ, C. (1987): Escultura barroca en Canarias, 1600-1750. Santa Cruz de Tenerife, pp.119- 126.
6 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Margarita (1992): Arte Hispanoamericano en Canarias, Cat. Exp, Santa Cruz de Tenerife, p. 58.