9 junio, 2023

La Orotava en la industria del cine

A Don Miguel Brito, cineasta y fotógrafo palmero, y a Doña Nieves Lugo, fotógrafa y cineasta orotavense e hija de palmero.

La Orotava sigue siendo una Villa muy singular.  Ya lo recordó el poeta cubano, León de la Hoz, cuando vino a Tenerife siguiendo la obra de su paisana, la poeta Dulce María Loynaz, autora de la novela de viajes ‘Un verano en Tenerife’.  Llegó a decir en su poema ‘Islas del Aire’ que la distancia que hay entre la Tierra y el Cielo es la misma si se va de La Orotava al Teide. Lo leí en la obra poética que editó Aitana Alberti en el siglo XX cuando sacó a la luz ‘Cuba dentro de un piano’, gracias a la generosidad de la Revista Atlántica. No es de extrañar por cuanto la Villa orotavense es el municipio más extenso de la isla de Tenerife y el más alto del territorio español, desde el mar Atlántico hasta el pico del volcán Teide (3.717 metros). De ahí la diversidad natural, cultural y paisajística que caracteriza La Orotava y por tanto tampoco ha de sorprender su elección como escenario del mundo cinematográfico. Tanto en la playa de Bollullos como en el Parque Nacional del Teide. Las compañías del celuloide se rifan la Villa tinerfeña a la hora de elegir al municipio estrella para sus rodajes. Por debajo y por encima de las nubes que se acumulan en el paisaje agroforestal del Valle que tanto sorprendió al ilustre naturalista y geógrafo alemán Alejandro de Humboldt en junio de 1799, cuando subió desde el mar hasta el Teide. Recuerdo en 1966 el rodaje en Las Cañadas del Teide de ‘Hace un millón de años’, con Raquel Welch de protagonista, y en 2010 las minas de piedra pómez de San José como escenario de ‘Furia de Titanes’, sin olvidar en el casco histórico de la Villa el rodaje reciente de la serie ‘La Templanza’ en el verano de 2019,  con México y Cuba como protagonistas territoriales de las andanzas del Sr. Larrea que había apostado por la minería, como lo hizo Humboldt a principios del siglo XIX cuando visitó la Nueva España (México).

Alejandro de Humboldt se acercó a La Orotava en junio de 1799 cuando iba de periplo para las Américas hispanas. Visitó los Jardines del Botánico y de Franchy, conoció los montes de La Orotava y sus pisos de vegetación, ascendiendo hasta el Pico del volcán Teide. Tuvo varios admiradores, franceses y alemanes, belgas y suizos, que le siguieron en el siglo XIX por sus estudios y observaciones sobre el vulcanismo, el agua, la geografía de las plantas y el cielo en la isla. Entre otros, Leopoldo von Buch, Sabin Berthelot, Alphonse Stübel, Hans Meyer, Ernest Haeckel, Jules Leclerq, Piazzi Smith y Hermann Wildpredt.

También la Villa presume de haber vivido a finales del siglo XIX (1894) la inauguración de la planta hidroeléctrica de Hacienda Perdida, pionera de Tenerife, promovida por don Ricardo Ruiz Aguilar (S.E.O.), con las aguas nacidas en los montes de Aguamansa. Igualmente en los primeros años del siglo XX con la edición de la revista ‘El Campo’ (periódico propagandista del arbolado y del progreso del país) por parte de Don Antonio Lugo Massieu, padre de la primera fémina de Canarias en animarse por el mundo del cine, doña Nieves Lugo Benítez de Lugo, esposa del Dr. Don Máximo Martín y madre de cinco hijos. Resultó ser, a mitad del siglo, mujer pionera del arte cinematográfico en Canarias, con una película de ficción en su haber que tituló “La sortija encantada’, reflejo de su creatividad artística, y con un documental sobre las Alfombras de La Orotava que tanto entusiasmaron a la poeta cubana, Dulce María Loynaz en 1947, año del centenario de las alfombras en la Villa, promovidas por la familia Monteverde.

Por entonces ya se había inaugurado el cine-teatro Atlante (1935), y de años posteriores a 1950 mantengo en el recuerdo a personajes como don Antonico y don Miguel Herreros, propietarios del cine teatro; a don Ernesto Villavicencio, a Eduardo Padrón y al polifacético Domingo Hernández, como técnicos y camarógrafos, mientras que a Norberto Morales lo era a la hora de vender las entradas en la taquilla, ya fuera butaca, como anfiteatro o gallinero, al igual que a Domingo Domínguez en la cantina y a Javier en el control del cine. Años más tarde, La Orotava conoció la inauguración en 1957 del Cine de don Casiano, regentado entonces por don Pepe y don César. Inolvidable el papel desempeñado técnicamente por don Manuel Fernández Padrón a la hora de poner en marcha el cine, hoy Sala Teobaldo Power, con acústica especial. También conocí a los hermanos Reyes, inmersos en los sectores eléctrico y electrónico, y a un director de cine italiano, Máximo Alviani, que aterrizó por esa época en La Orotava, por razones de amor, pero su proyecto cinematográfico resultó un fracaso económico para su familia orotavense. Encontramos el folleto de la película ‘El reflejo del alma’, que se estrenó en 1956.

Marché a estudiar a la Universidad de La Laguna y luego a Madrid, y a comienzos de los años 60 participé en la vida universitaria de un colegio mayor en la capital española. Fue cuando aprendí a conocer la importancia del cine, el séptimo arte, en la educación de los estudiantes. De ello se encargó el veterano compañero salmantino, José Luis Hernández Marcos, y casi todos los “sábados noche” nuestro colegio mayor se convertía en el epicentro del cine clandestino de Madrid. Inolvidable la película ‘El acorazado Potenkim’ del director soviético, Serguéi Eisenstein. He de reconocer que se notaba la transición en el mundo estudiantil y las ventanas de la libertad se abrieron con la irrupción del cine y de los libros de Espasa-Calpe, editados en Argentina. Por eso la década de 1960 fue también el comienzo de la movida de algunos jóvenes orotavenses interesados en crear un Cine Club en la Villa, y la Biblioteca municipal fue un buen lugar de encuentro para ello. Y si no que se lo pregunten a Domingo Eulogio. Antes, Icod de los Vinos, y después, el Puerto de la Cruz, contaron con este tipo de organizaciones cinéfilas. El colegio de San Isidro regentado por la comunidad salesiana en La Orotava fue un buen punto de partida a pesar de algunas discrepancias. Menos mal que San Juan Bosco, don Bosco para los cineastas, era patrón del cine. Lo cierto fue que en 1964 comenzó a funcionar el Cine Club al que se incorporan jóvenes inquietos que decidieron nombrar una junta directiva en la que liderada por el compañero, Justo Díaz, incluyó a Melchor, Mari Luz, Domingo Eulogio, Juan Felipe, Antonio Santos, Carlos Tomás, entre otros. Ito, Miguel y Evaristo también colaboraron por su amor al cine. Años más tarde La Orotava constata en el Pago de Higa, la inauguración de un Cine en La Perdoma, en 1965, por parte de la familia de don Francisco Álvarez.

Un salto cualitativo cultural se produce en La Orotava con la irrupción de uno de sus jóvenes valores en el mundo del cine. Me refiero a David Carpenter, nombre profesional de Domingo Codesido Ascanio, en los primeros años de la década de 1970. Creo recordar que participó en tres películas tituladas ‘Una gota de sangre para morir amando’, ‘El asesino no está solo’ y “Tarzán en las minas del rey Salomón’. Esta última le hizo famoso en el argot cinematográfico por la pinta de Tarzán, el empedernido nadador que fue el joven Domingo Codesido.

María Hierro, hija también de un aristócrata orotavense, aparece en los años de la década de 1970, como intérprete, actriz y productora de cine. Elige uno de sus inmuebles familiares del casco de la Villa (Casa Lercaro) como sede y plató de sus trabajos cinematográficos. Por su parte Abel Hernández Belza y el colectivo La Escalera son otras personas, físicas y jurídicas, relacionadas con la cultura de la Villa, de Arriba y de Abajo, incluso del Puerto de la Cruz (IEHC) con el que compartimos acciones varias relacionadas con el cine canario y cubano, principalmente. A nivel profesional La Orotava conoce la incorporación al mundo audiovisual de Humberto Mesa, destacado futbolista tinerfeño, como cámara y realizador. Se especializa en fiestas y alfombras, en bodas y en documentales, de montes y aguas principalmente. De los históricos molinos de agua que se escalonan desde la Sierra hasta Casa de Lercaro y de las dos viejas plantas hidroeléctricas que existieron en la Villa, así como de las galerías que se abrieron en los montes y en los barrancos del valle, al igual que de los canales, presas y embalses. Dejó iniciado una película sobre Dulce Maria Loynaz cuando celebramos en el Liceo de Taoro, en 2018, los 50 años de la edición de su novela de viajes, ‘Un verano en Tenerife’. La titulamos “La Orotava, villa Loynaziana’. Recientemente filmó y editó documentales como: “De Aguamansa a la Cruz Verde’ para los Hermanos Edis, “La ruta de Humboldt en Tenerife’, realizado por Jaster Creaciones, para la Asociación Cultural Humboldt de La Orotava (ACH), y “Humboldt en La Graciosa’ para la Fundación Orotava Historia de la Ciencia. En los documentales utilizó, a partir de 2014, los drones que puso en circulación la empresa Air Media, afincada en la Villa y en Madrid. Llamó la atención el rodaje de “La Orotava energética’, para los hermanos Edis.

El siglo XXI tiene mucha historia relacionada con el cine y con documentales audiovisuales en la Villa de La Orotava. Por un lado, el Festival de Cortos que arrancó en 2005, apoyado por el Ayuntamiento, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias. Por otro, la incorporación de jóvenes cubanos a las producciones cinematográficas que diseñamos y redactamos en La Orotava. Uno fue Juan Carlos Sánchez Reyes, quien llevó a cabo, -junto al canario Aurelio Carnero-, la dirección de “Una semana fuera del mundo’, que disfrutó Dulce María Loynaz en la isla de La Palma, en 1947, e inició “La Orotava, villa Loynaziana” en 2008, pero aún sin terminar. Luis Leonel León, fue el otro, autor, entre tantos, del documental ‘Habaneceres’ sobre La Habana vista por cuatro habaneros, entre ellos el director Fernando Pérez y el escritor Leonardo Padura. También director de la película canario-cubana “La gracia de volver’, sobre Dulce María Loynaz, en la que participamos algunos villeros. Ambos directores cubanos residen actualmente en Miami, la capital de Florida (Estados Unidos de América). En estos meses estamos preparando para 2020, entre La Orotava y Miami, entre Isidoro Sánchez (guionista) y Luis Leonel (director), entre Humberto Mesa (cámara) y Milagros Luis (fotógrafa), la edición del documental ‘Sahara’. Contemplará la situación de los refugiados saharauis en el desierto argelino de Tinduf, en diferentes años de la década del 2000, vista por una delegación política del Parlamento Europeo, de la que formé parte, y por un grupo de mujeres pertenecientes a instituciones canarias, entre las que destacó la portuense Milagros Luis Brito.

Entre los jóvenes valores orotavenses dedicados al arte cinematográfico destaca recientemente, Fran Casanova, quien ha ido conociendo poco a poco el premio a su trabajo como director, y de manera particular en el campo de los cortometrajes.

La Orotava es un municipio agradecido y quizás por ello nominó una calle y ubicó un busto cerca del Calvario, dedicados a Don Bosco, sacerdote italiano, patrono de la industria cinematográfica y de la formación profesional, y fundador de la comunidad salesiana a finales del siglo XIX, y de la que se nutrió la Villa en octubre de 1948 siendo director don Claudio Sánchez. Seguro que es fue una de las razones en convertirse sede del Cine Club orotavense en los años 60. La Orotava también ha tenido posibilidades de proyectar películas y documentales en las últimas décadas. De manera puntual en la sala Teobaldo Power y en el Liceo de Taoro, y de manera permanente en la sala de proyecciones Yelmo Cines, en el centro comercial de la Villa sito en el polígono industrial San Jerónimo.

La apuesta clara del ayuntamiento orotavense por el celuloide cinematográfico nos hace pensar en clave optimista para convertir la Villa y el valle en un plató muy especial por su riqueza y diversidad, natural y cultural. Tanto geológica como biológica y paisajística, entre el mar y el Teide, entre el Atlántico y las estrellas. Pienso que la histórica Casa Lercaro, en el corazón del casco de La Orotava e inmersa en la Ruta de los Molinos, y no muy lejos de la Biblioteca municipal, de las Casas Consistoriales, de las Casas de los Balcones, de la Hijuela, del Jardín Victoria, del Liceo de Taoro, de la Casa de la Cultura San Agustín, del AMLO, de la Universidad Europea de Canarias, de la iglesia parroquial, del Centro de Visitantes “Telesforo Bravo” del Parque Nacional del Teide y del Museo Iberoamericano de Artesanía, podría ser una buena sede cinematográfica para las coproducciones nacionales e internacionales. Depende de la familia Schoenfeldt Machado y del ayuntamiento orotavense. Habrá que entender que por algo la Villa aspira a ser la capital cultural del norte de Tenerife. Estoy seguro que el cine puede contribuir a ello. A lo mejor es su destino. De hecho lo hemos podido comprobar con la serie ‘Hierro’ en la isla del Meridiano, con lo que un trabajo audiovisual puede promocionar y dinamizar la economía de un pueblo, de una isla o de una Villa.

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