Resulta evidente que esta crisis sanitaria está golpeando a nuestra sociedad de una manera indiscriminada. Nadie se escapa al riesgo y a las consecuencias de un virus que incide en todos los ámbitos de la vida. No decimos nada nuevo al señalar que es una experiencia inédita que costará olvidar.
Todos los sectores sociales y económicos se han visto afectados, pero hoy queremos volver la mirada a ese grupo de personas que tienen en común el hecho de que no disponen de hogar. Son un colectivo heterogéneo, sus historias personales no sólo son las de personas en graves dificultades económicas, también se incluyen algunas con problemas de salud mental y/o con algún tipo de drogodependencia. Y como colectivo especialmente vulnerable hemos querido conocer un poco más de cerca como están sobrellevando estos tiempos donde la población vive confinada en sus casas. Pero ¿qué ocurre con quienes no la tienen?

Habría que remontarse a hace alrededor de un mes cuando desde la dirección de uno de los hoteles del municipio se ofrecía de manera altruista sus instalaciones para albergar a las personas sin hogar que viven en el Puerto de la Cruz mientras durara el estado de alarma. Fue un gesto valiente y que merece la pena ser valorado adecuadamente. En coordinación con los servicios sociales municipales se ofreció a este colectivo de personas el poder residir en dicha instalación turística lo que supuso que algunos de ellos acogieran positivamente la iniciativa y comenzaron a vivir en dicho hotel mientras que otros no lo aceptaron por lo que implicaba de verse limitados sus movimientos por la cuarentena. Desde los servicios sociales se nos informa que el Ayuntamiento no puede obligar a estas personas a que acepten esta opción temporal de residencia. Es una situación conocida, no sólo sucede en nuestro municipio y no sólo ocurre en este periodo excepcional de cuarentena.

Lo cierto es que, producto de todo ello, a día de hoy estas personas viven en varios puntos de la ciudad, especialmente bajo uno de los puentes de la parte baja del barranco de San Felipe, en la zona de cuevas cercana a los terrenos donde se proyectó la ciudad deportiva y en las ruinas del edificio Iders. Los que residen en este último lugar conviviendo con graves riesgos por las condiciones estructurales y de higiene en el que se encuentra dicho inmueble. Desde el Ayuntamiento se nos menciona al respecto que no tienen potestad ni competencias para desalojarlos.

También desde los servicios sociales se nos informa que ya desde el pasado año se creó lo que se ha venido en llamar la UMAC (Unidad Móvil de Atención en Calle) que está cofinanciado por el Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento y Cáritas, para poder atender a las personas que precisamente residen en la calle. La UMAC es la encargada de atenderlos en cuestiones como el reparto de medicamentos a aquellos que lo necesiten, la entrega de kits de higiene, y el suministro de alimentos, especialmente a través de Cáritas. Al mismo tiempo se han habilitado duchas en lugares cercanos a donde se encuentran para favorecer mejores condiciones de higiene personal. También se remarca desde el Ayuntamiento que junto a ello se siguen realizando intervenciones con estas personas para informarles de los riesgos de la situación de alerta que se vive en estos días y las vías que existen para poder dejar de vivir en la calle.
Se menciona también desde el área social que “se ha identificado un incremento bastante significativo de las personas sin hogar en nuestro municipio que proceden de diferentes localidades de la isla, así como que se ha producido un incremento considerable de nuevos usuarios de Servicios Sociales”.
Hemos querido conocer de manera directa, de estas personas que han decidido continuar en la calle, cómo viven estos días del estado de alarma. Reconocen que Cáritas les ofrece dos veces por semana comida caliente (Servicios Sociales dice que son tres) y que le entregan comida en recipientes para otros días. También nos cuentan que ellos no pueden vivir recluidos “en cuatro paredes” durante tanto tiempo y que prefieren vivir en la calle pese a que no sea la mejor de las opciones.

Una situación difícil y compleja la de este colectivo de personas que en muchos casos no sólo tienen las dificultades propias de la escasez de recursos económicos, sino también de cuadros de enfermedades mentales y drogadicción. Cualquiera de estos tres vectores suele llevar a los otros dos, lo que hace difícil encontrar caminos viables de normalización de sus vidas. Según hemos podido conocer hay recursos para ayudar a estas personas a salir de la vida en la calle pero indudablemente ello conlleva el cumplimiento de ciertas normas de convivencia que no siempre están dispuestos a aceptar. En estos casos prefieren la vida conocida, aunque ello suponga -como a veces ocurre- que acaben sus vidas en soledad.

Mientras tanto el buen clima del Puerto de la Cruz hace más llevadera la vida a la intemperie a diferencia de otros municipios. Estimamos que en la ciudad turística el número de los llamados ‘sin hogar’ sólo llega a unas pocas decenas de personas de las cuales muy pocos son nacidos en el municipio.
Son estos tiempos revueltos y difíciles para todos pero también para estas personas que, en esta etapa de confinamiento y negocios cerrados, tienen más dificultades para encontrar los apoyos que a diario recibían. Todos queremos dejar atrás estos tiempos de limitación de movimientos y los ‘sin hogar’ también, aunque sólo sea para seguir ‘buscándose la vida’ como hasta ahora. Sólo queda seguir dando apoyo a estas situaciones que tristemente se han cronificado con el paso de la vida y que no tienen una fácil solución.
Fotos: Moisés Pérez