Los marineros del Puerto de la Cruz cargaron a la Virgen del Carmen realejera

Los Realejos vivió este domingo 29 de julio uno de sus días grandes, el que cada año desde 1750, fallando únicamente a la cita en 1812 a consecuencia de una peste que afectó a esta comarca de la isla, hace que los hombres de la mar de Puerto de la Cruz suban al municipio vecino a portar a su imagen de referencia, la de Nuestra Señora de la Virgen del Carmen por las calles realejeras. Un inusual hecho éste donde un municipio presta a su venerada imagen a los vecinos de otra localidad para que la carguen en procesión, cumpliendo con un pacto no escrito de casi 270 años de tradición.

Esta cita, sin parangón en Canarias por antigüedad y por unión de dos pueblos, se ha convertido en una de las jornadas religioso-populares más multitudinarias de cuantas se celebran en la isla de Tenerife, y así volvieron este domingo a ser un hervidero las calles del núcleo realejero de San Agustín, donde se erige el Santuario de Nuestra Señora del Carmen y se venera durante todo el año a la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa de Los Realejos, a la también considerada patrona del Valle de La Orotava.

Octava de la Virgen del Carmen

Anecdotario de una tradición de dos pueblos

Los portuenses, que llaman cariñosamente a esta imagen como “la Virgen de secano” entonan ante la patrona la Salve Marinera poco antes de organizarse la procesión, al tiempo que contemplan el rostro espléndido de la escultura, dirigiendo repetidamente hacia ella sus brazos en muestra del cariño y respeto que les merece.

Junto a los cargadores, sus familiares más cercanos acompañan a la imagen por las calles de San Agustín. En torno a todos ellos surge una sucesión de muestras de afecto, gritos y vivas de exaltación a la Virgen. Una atmósfera, mezcla de devoción y alegría, donde no falta la petición piadosa.

En la Octava, los marinos portuenses quieren, de alguna manera, sentir y hacer sentir a los demás que la imagen realejera del Carmen, al menos ese día, es más suya. Los habitantes de Los Realejos han aceptado siempre, con mayor o menor grado de aprobación, estas muestras de fervor que son el ofrecimiento de los hijos del Puerto a la virgen. Pero tras los fuegos, como cada año vuelve a su casa en el Santuario que lleva su nombre en el núcleo realejero de San Agustín.

Octava de la Virgen del Carmen

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