29 mayo, 2023

Notas para completar la historia de la venerada imagen del Gran Poder de Dios

Gran_Poder_de_Dios_2_Moiss_Prez Como cada año, desde 1640, la imagen del Gran Poder de Dios es, para su fiesta, patrimonio exclusivo del pueblo. A él venían en romería, el segundo domingo de julio, a rendir homenaje, no ya del Valle, sino de la isla toda. De Fuerteventura y Lanzarote llegaban romeros que le traían su limosna y sus presentes. De Caracas, Cuba y Puerto Rico venían marinos con las alcancías repletas de dinero que había sido recolectado entre los isleños allá radicados. Cada marinero tenía en su barca una hucha y en ella depositaba el valor de una “soldada”. Así vemos que el bergantín de Pedro González de Acevedo, uno de mis antepasados, dio cuando vino de Caracas el 14 de octubre de 1764, la cantidad de “seiscientos setenta y ocho reales y seis maravedís”, y añadió a este importante donativo la cantidad de una libra de plata en bruto, mas “un poco de seda” que había dado a “criar” en cada de Manuel Rodríguez. Este manuel Rodríguez tenía su criadero y telar en “una casita del “Lomo de los Guirres”, según se desprende de un padrón del Puerto que tengo ante mi vista, así como “El libro de cuentas del Señor”, que me sirve de información histórica para completar estas notas. Para contribuir a la fábrica de la nueva Sacristía y de la escalera del Camarín alto donde se guardaban objetos de culto al Señor, su Mayordomo el año de 1746, que lo era don Nicolás Blanco como heredero de su fallecido hermano don Cristóbal, entregó a la Cofradía la cantidad de “seiscientos treinta y dos reales y seis maravedís, como importe líquido de la representación de tres comedias en cuyos gestos había participado don Gregorio Antonio Casañas.

En el año de 1738 se construyen la puerta que daba al altar mayor y que se llamaba de la Capilla del Señor. La abertura de la misma costó, de pedreros, cal, esquina y cornisa, la cantidad de “quinientos diez y nueve reales y nueve maravedis”. En el mismo año el costo del cuarto para guardar las Andas del señor en la Sala de Mareantes, costó la suma por mitad de “trescientos ochenta y nueve reales, once maravedis”

También fue en este año de 1788 cuando se abrieron las dos puertas de entrada a la Sacristía y Sala de Mareantes, o sea, las dos colaterales. En esto de gastaron de jornales de carpinteros y madera, la cantidad de “mil doscientos setenta y cuatro reales dos maravedís” y en el ancalado de la Sacristía por la calle costó “doscientos treinta y siete reales trece maravedís”. Por cierto quepegadas a esta Sacristía tenía sus casas de habitación el portugués Juan López, de profesión “aguardientero” y por testamento hecho ante don gabriel Viera del Álamo en 22 de enero de 1739, protocolazo al número 203 deñ Archivo Parroquial que yo ordené hace ya unos veinte y tantos años y que ignoro en que condiciones se encuentra en la actualidad, dispuso que dichas casas las administrara el mayordomo de la “Cofradía de la Peña” y que de sus alquileres se pagara cuartillo y medio de (ilegible en el original) a la fábrica de la Parroquia y el resto en misas por su alma y la de su esposa y entre ellas una que “se dirá a la Virgen de la Concepción en el altar del Gran Poder de Dios, en la Iglesia Parroquial”. El año de 1756 se le hizo al Señor la cadena y los grillos que aún lleva. Los gastos de los mismos aparecen así en la cuenta de descargo: “Por setecientos treinta y cinco reales gastados en la fábrica y hechura de la cadena nueva que tiene el Señor. Los quinientos cuarenta y cinco en el valor de tres libras y seis onzas y media de plata; cuarenta de cuatro adarmes de oro y ciento cincuenta al oficial por añadir cuatro eslabones, el barrote de los aros y montar diez esmeraldas que dieron de limosna las camareras, y el demás costo de dicha cadena lo hizo y contribuyó un devoto”. Era Mayordomo en este año el capitán don Agustín de Bethencourt y Castro, del Orden de Calatrava, padre del célebre ingeniero don Agustín de Betancourt y Molina.

El año de 1824, siendo Mayordomo don Domingo Nieves-Ravelo, se le pagaron a Bernardo Anceume la cantidad de diez pesos por confeccionar la peluca del Señor. El pelo lo dio don José Siliuto y Ballester, padre de la malograda poetisa Fernanda Siliuto y briganty, fallecida en 1854.

Quizá el documento más importante sea el que nos habla de la supresión de los gastos que se ocasionaban con motivo de la fiesta que, por ser demasiados elevados, y debido al poco dinero de la Cofradía, que no tenía otro ingreso que el recaudado por limosnas, impuso el Señor Visitador, Licenciado don Estanislao de Lugo, y que dice así:

“No teniendo esta Cofradía otro ingreso que la limosna de los fieles y resultando de las cuentas que los costos de ella importan anualmente mucho más de lo recaudado de la piedad de los devotos, lo que no podrá sufrir cualquier Mayordomo, y por lo tanto en lo futuro no se encontrará quien lo sea, para precaber este inconveniente y el que llegue el caso de que del todo cesen los cultos que se ofrecen a Dios en su Sagrada Efigie del Gran Poder suyo, ha parecido conveniente poner regla y moderación a los gastos de dicha cofradía, lo que ejecuta el Señor Visitador en la manera siguiente:

Primeramente manda que, en adelante, ningún mayordomo por pretexto alguno haga costo extraordinario fuera del que tiene dicha Cofradía en sus funciones regulares, misas y aseo correspondiente y arreglado de la Capilla y Altar donde está situada, de quien lo hiciese sin licencia del Juez correspondiente no se le abonará en cuenta, y del mismo modo no pueda sin la dicha licencia desbaratar alhaja alguna de la expresada Cofradía aunque sea con ánimo de mejorarla o aunque le parezca inútil aunque tenga algún valor.

Iten: que sólo se labre para la fiesta del miércoles Santo de cada año, quintal y medio de cera y que luego que entre la Procesión en la Iglesia empiecen las tinieblas para que arda menos tiempo y no se dé lugar al escandaloso refresco que en semejante día por muy reemprensible abuso se ha introducido, sirviendo de pretexto los músicos para que ellos y los demás que quieren del pueblo y fuera de él quebranten el ayuno y con su ejemplo den margen para que en un estilo autorizado por muchas personas eclesiásticas se practique con igual relajación en otras partes.

Iten: que por la misma causa no se haga comida para Predicador y Músicos, ni para otras personas y sólo se permite unos bizcochos y un poco de vino para arreglado a su conciencia tome el que tuviese necesidad.

Iten: que sólo se den cincuenta reales por limosna del Sermón y se advierte así al Predicador para que sepa no ha de esperar caballería si viniere de fuera.

Iten: que nunca se acceda de cincuenta reales en el gasto de música, entrando en esta cantidad lo que se da al que toca los viernes de Cuaresma.

Iten: que siendo muy debido tenga el pueblo por franquear sus limosnas correspondientes, agradecimiento a su vocación; se celebre misa todos los viernes del año que no estuvieren impedidos con otra función clásica descubierta la sagrada Efigie como se acostumbra, aplicando el sacrificio por los devotos y se pagará al Párroco y demás Ministros que la oficiaron lo mismo que se les da por la Cofradía del santísimo en la que cantan los Jueves.

Y que el Venerable beneficiado que es o fuere, haga observar exactamente estos Mandatos bajo su apercibimiento que se le pedirá estrechamente cuenta de su contravención si la hubiere. Y así lo dijo, previó y firmó: L. Don Estanislao de Lugo. Rubricado, Ante mí Carlos Pérez López. Notario E. Rubricado”.

Antonio Ruiz AlvarezMe imagino la polvareda que tales mandatos levantaron en la sociedad burguesa del Puerto, que tenía como cosa obligada estas “comilonas” en días de fiesta. Cosa que si no con tanta exageració, sí con desenfreno se celebran aún hoy.

Foto: Moisés Pérez

Antonio Ruiz Álvarez

París, Julio 1968

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