Opinión / Colaboraciones

Salarios, política y clases populares (OPINIÓN)

Jonas_GonzalezEstos días se habla mucho, por razones obvias, de las retribuciones de los representantes políticos en las distintas administraciones. En medio de una grave crisis económica es poco justificable que los que deben servir a la ciudadanía sigan manteniendo determinados privilegios. No obstante, para analizar en profundidad este asunto es necesario prestar atención a un aspecto generalmente poco advertido: la infrarrepresentación que tenemos las clases populares en las instituciones públicas (ayuntamientos, parlamentos autonómicos, Cortes Generales, etc.).

El día 11 a las 11

El próximo sábado 11 a las 11 de la mañana de este 2011 nacerá una nueva etapa política en nuestra ciudad. Se constituirá la nueva corporación municipal que se encargará de dirigir la dirección y el sentido de Puerto de la Cruz hasta 2015. La gran mayoría de los portuenses esperan que en los próximos cuatro años haya nobleza en el Salón Noble. Nos jugamos mucho en este envite. Nos jugamos el seguir en caída libre o el remontar. Nuestros políticos no pueden seguir como niños en patio de colegio culpabilizándose unos a otros con expresiones del tipo "él empezó primero". Al final todo se reduce a si las actuaciones de los ediles tienen como prioridad a la ciudad o a las conveniencias y estrategias de partido. Si a cualquiera de nuestros representantes pasados en el Ayuntamiento le preguntáramos por ello todos dirían a coro "¡claro, lo primero es Puerto de la Cruz!" pero la historia reciente nos muestra que a continuación a la mayoría les hubiera crecido la nariz. Y es que el político, incluso en la esfera de lo local, aprende desde muy temprano a tener una personalidad disociada, a decir una cosa (para consumo del ciudadano) y a actuar de otra.

La herencia (Opinión)

Soy mujer de muy poca memoria, pero recuerdo, como si fuera hoy, mi primer día de escuela. No era una escuela como hoy la entendemos. Consistía en un salón de una casa terrera del Callejón Cagado, oficialmene calle de La Verdad, en el Puerto de la Cruz. Fui a clase a finales de octubre y como regalo de cumpleaños. El regalo no sólo era ir a la escuela, sino también comprarme la silla, una de esas de mimbre trenzado del tamaño adecuado a mi corta estatura. Llevar uno su propio asiento era imprescindible para que te admitieran en las clases.
Eran los primeros años de los sesenta y doña Chona, que así se llamaba la maestra, manejaba con mucha disciplina una clase en la que convivíamos alumnos de muchos niveles y, por tanto, edades.

Noticias más leídas